Sueños con Fibra/Madera, Tierra/Concreto

Sueños con Fibra/Madera

Sueños con Fibra/Madera reflexiona sobre el pasado y futuro de la Ciudad de México. Construido con madera reciclada de la icónica montaña rusa de la ciudad (Montaña Rusa de La Feria), el pabellón incluye papel picado: la forma de arte precolombino cuyas aberturas invitan a los ancestros a pasar al presente.

Construida en 1964, La Montaña Rusa capturó la imaginación de millones de personas que visitaron La Feria, el primer parque de atracciones de México. De manera similar a otros proyectos urbanos a gran escala construidos en la Ciudad de México en la misma década, la montaña rusa capturó una era de transiciones socioeconómicas masivas y el consiguiente desarrollo de infraestructura cívica. La Feria cerró en 2019. Sueños de Fibra/Madera es la primera estructura construida con madera recuperada de la Montaña Rusa que fue donada por la desarrolladora Mota-Engil, elegida para reconstruir y renovar el parque de atracciones, rebautizado como Parque Aztlan.

Las perforaciones del papel picado, una forma de arte mesoamericana influenciada por China y otras culturas, se ven como aberturas entre el pasado y el presente. En México, esta forma de arte a menudo se asocia con el Día de Muertos porque el papel se creó principalmente a partir del árbol fibroso Amate (Ficus insipidus) cuyas raíces prominentes sobre el suelo se consideraban como portales al inframundo. Estas asociaciones espiritual-vegetales, junto con la flexibilidad y las cualidades absorbentes del papel, hicieron del papel amate el principal medio utilizado en los códices pre-colombinos. El papel amate

fue una forma clave en que los aztecas/mexicas preservaron y compartieron conocimientos, por ello era considerada una amenaza para el orden colonial. Los colonos españoles pronto prohibieron el uso y la producción de papel amate y las instalaciones de producción fueron destruidas. La tradición, sin embargo, se mantuvo viva en algunos lugares ubicados fuera de la ciudad.

Situado en la esquina de la histórica Plaza de la Alameda, el pabellón crea un nuevo espacio urbano de reunión y reflexión. Activando el espacio por la noche, el diseño de iluminación del pabellón surgió de diálogos con los artesanos otomíes que produjeron el papel amate para el pabellón.